"This huge, twisted trunk is the highest of all the vallenwoods in the Valley". Within it stories are told, within it tales are lived, he is witness of lots of adventures, because within it lives the magic ...

This is a magical world ...
where castles rises above clouds seas ...
and dreams walk calmly down the street ...
where every one can be that heroe who dreamed of one day ...
and
if they turn back, they see their wishes fulfilled ...
You´ve got a big heart, keep it filled with
happiness, Lord of the Shadows, so you can live more an live forever inside a
heart, inside yours, inside mine...


Every now and then we come across bands who find inspiration for their music in Dragonlance, most often from Raistlin who is unquestionably the saga's favourite character.

DRAGONLANCE MOVIE OFFICIAL WEBSITE

sábado, 27 de abril de 2013

Mudanza

Amigos, compañeros de caminos y de posadas, ha llegado la hora de que devuelva El Último Hogar y El Poni Pisador a sus legítimos dueños, sólo se los estaba cuidando un tiempo.
Sin embargo, no voy a desaparecer del todo; mis pies seguirán caminando, mi mente seguirá pensando, mis manos seguirán construyendo. Así que voy a erigir mi propia posada; voy a regentar mi propio hogar de caminantes.
Como persona cosmopolita debo buscar nuevos aires, pero no me iré a ningún sitio donde no podáis encontrarme. Puesto que sigo en pie, seguiré pensando y al que quiera seguir escuchando lo espero allí, a lo lejos, en el lugar donde el cielo toca el mar, donde los niños traviesos aspiran a llegar; nos encontraremos allí, donde las madres prohíben llegar a sus hijos,
... donde no les dejan nadar.
www.dondenolesdejannadar.wordpress.com

Pero no sólo pienso, también continuaré con mis críticas, mis historias, etc. Atodos los que todavía estén dispuestos a tratar de deambular por estas remotas regiones de mi cabeza, los invito también a que rebusquen en mi cajón desastre; sí, ya se que es con "a" y no con "o", pero tengo mis razones ;)
www.mydisasterdrower.wordpress.com

Hasta más ver, mis queridos viajeros de tierras lejanas; y recordad que a mis nuevas posadas, estáis siempre invitados ;)

martes, 11 de diciembre de 2012

Snowflakes and dandelion.

People don´t think they hurt.
People don´t know that it hurts.

...but it hurts.

"Colourfull lights glitter plenty on the tree
brushstrokes of red, touches of green;
frozen dandelion for you.

Cuddles and carols, stars... moon and diamonds
cookies and marzipans willing to fall above;
snowflakes that can´t tell the truth...".

Just one thought, one candle in the night, one dream... one wipped...

Lights, lead my path. 
Trees, give me shadow.
Brushes, paint me in red, not black...
Cuddles, give me your last embrace.
Carols, sing for my ears.
Stars, moon and diamonds, light my dark night.

Dandelion, don´t stop living.
Snowflakes, don´t stop falling...

                                        S.I.

viernes, 30 de noviembre de 2012

What about raising my guard?


What about raising my guard and stop looking back? What will happen when I decide I´ve got no rival, no one can reach me? I can harden my heart, build walls aronund it, walk without looking backward, don´t offer my hand and move on, leaving on the way those who are left behind.
But if I do, if I continue forward nobody´s going to reach me. I have no rival if I decide to walk.
Why all this for the universe if the universe turns around...
I´m going to stand on my feet eight times if life makes me fall seven, but the eighth I won´t fall again. I´ll stop building bridges, I´ll stop pulling strings to let others hold. I will walk with my hands in my pockets no opening the wall´s gates.
And when I look back I won´t see anybody because anybody will be able to follow me.
If I were that kind of person, they would have been lost long ago; the would have been left behind, one after another; but it wasn´t like that, I helped them, each one of them in every moment and now they want to push me out.
Well, they´re not going to get it.
I´ll arise, stand up, I´ll balance on the rope and keep walking, they´ll fall one by one; but, unfortunately I´ve already raised my guard, I don´t look back any more, they cannot reach me any more, they´re not rivals and I wont stop for them.
Never again.

lunes, 15 de octubre de 2012

Kuive, sombra entre la oscuridad.

Escrito por Lore.
Me desperté repentinamente. O más bien, algo me despertó. Nunca supe qué fue, pero creo que debo darle las gracias, dado que de otro modo, mi conciencia habría continuado perdida, vagando errabunda por un extraño limbo entre sueño y realidad del que no lograba salir. 
Cuando mi conciencia se hizo presente, descubrí a mi alrededor un sitio que me resultaba familiar... había árboles, un bosque de árboles tupidos. Y también había piedras. Era el claro de un bosque, con un pequeño círculo de piedras en el centro, donde se habían celebrado muchas reuniones de los elfos nómadas y los elfos del bosque... era el claro...
De pronto se hizo la luz en mi mente... o más bien la oscuridad: un árbol retorcido, sangre, piel negra, el suelo muy cerca, espadas, gritos, sangre, mi madre tumbada, herida, sombras, hierba pisoteada, ramas arrancadas, sangre, ojos violeta...
Sin darme cuenta, en mi decidido pero a la vez inconsciente caminar, mis pies me habían llevado directamente al claro donde tantos años atrás había perdido a mi madre adoptiva y a toda mi familia, el claro donde mi vida había cambiado, donde todo había empezado...
No derramé lágrima alguna por el pasado. No lloré, no me entristecí, no maldije, ni juré venganza. Simplemente observé. Miré a mi alrededor, recordando, fijándome en cada detalle del entorno. Sólo unos instantes, luego, mi mente renovada tras todos los cambios que habían tenido lugar en mi vida después de aquel suceso, volvió al presente. Volví al presente y el ataque de los drow no resultó más que una vaga reminiscencia en algún lejano punto de mi ya muerta conciencia pasada. Aquel día era diferente y estaba allí por otra razón; aquel día no huiría, tenía que entrar. 
Y me decidí. 
Aquello estaba muy cerca y ya no podía demorarlo más, tenía que entrar en la Antípoda Oscura y, una vez allí, encontrar  Ashika, quienquiera que fuera... tenía que hacerlo por Rhíat, por Grinúviel.
Por Nuyveru. 
Así que emprendí el camino en dirección a las cercanas montañas y comencé a buscar una entrada al mundo oculto que me deparaba la incertidumbre reinante tras los inagotables muros de éstas. Sin embargo, no fue tarea fácil. Pasé tres días y tres noches enteros vagando a lo largo de los grandes macizos rocosos sin encontrar la más mínima fisura, la más pequeña grieta ni, por supuesto, ninguna entrada. 
Al cuarto día estaba ya exhausta. Llevaba todo ese tiempo sin apenas comer ni beber y tan sólo había tenido unas pocas horas de sueño cada noche porque siempre retrasaba la hora de acostarme por seguir buscando un poco más y al alba ya estaba en pie para continuar. Así que aquel día me alejé un poco de las paredes de piedra para ver si podía cazar algún animal pequeño cerca del arroyo o, al menos, recolectar algunos frutos. El agua del riachuelo me supo a miel en cuanto la probé, fresca y limpia y, si bien no pude cazar ni encontré ningún fruto, sí pesqué un par de truchas pequeñas en la corriente. 
Cuando hube recuperado fuerzas, volví a la montaña con mis convicciones de nuevo férreamente arraigadas en mi interior. Debía haber alguna entrada por allí cerca, tenía que haberla, de lo contrario, los elfos oscuros no nos habrían pillado por sorpresa aquella lejana noche. Había una entrada, solo que yo no era capaz de encontrarla... 
Continué caminando hasta que mis manos dieron con una grieta en el muro. Una grieta que antes me había pasado desapercibida. Un pequeño resquicio al que acerqué el rostro: salía aire frío y gélido por él, emanaba magia, una magia antigua y profunda, gestada en lo más hondo de la Tierra. Entonces deseé con todas mis fuerzas poder atravesar aquella diminuta grieta. Supliqué a toda magia que pudiera estar escuchándome que me ayudara a entrar en la montaña y poder acceder a la Antípoda Oscura. 
Y cuando supliqué, alguien respondió...
Más bien algo. Algo sombrío, profundo, antiguo. Era una poderosa sensación, más vieja que la misma montaña en la que se encontraba anclada... poderosa y malvada. Un roce sobrenatural que me hizo estremecer de pies a cabeza y que erizó todo el vello de mi cuerpo como nada antes lo había hecho. De pronto, mi cuerpo se volvió insustancial, mis manos -las cuales estaba mirando en aquel momento porque habían comenzado a temblarme- desaparecieron y todo mi ser se volvió etéreo por unos momentos. 
Al segundo siguiente, estaba de pie, mirando perpleja a la oscuridad más absoluta que se extendía ante mí, en las entrañas inexploradas de la montaña. Estaba dentro. Había llegado. Había conseguido entrar en la Antípoda Oscura y ya no había vuelta atrás. 
Aquel sombrío poder me había dejado una extraña sensación en mi interior, pero de él ya no quedaba ni rastro. Cuando traté de recordar en detalle cómo había cruzado la pequeña grieta, en contra de todas las leyes de la física, mi mente sólo fue capaz de verse desde fuera y verlo todo a la vez; durante un ínfimo momento del eterno tiempo fui nada y también lo fui todo, fui pasado, presente y futuro, gocé y sufrí, el tiempo se detuvo y pasó inexorable a una velocidad vertiginosa. Fui viento a través de la grieta, oscuridad en las profundidades de la roca y sangre tiñendo la hierba; fui ventisca de invierno, fui caminante, dragón de hielo. Y de todo aquello que en un instante pasó por mi ser, un atisbo de cada cosa quedó en mi interior, un retazo de tiempo, un pedazo de mundo, un soplo, una gota, un paso, una escama, un copo, una sombra... 
Y desde ese momento aquel extraño poder malévolo no me dejó en paz por completo, nunca más. Allí, en las proximidades de Menzoberranzan, en las entrañas de la montaña, persiguiendo mi pasado, construyendo mi futuro, una máscara más se había añadido a mi repertorio, mis ojos se habían vuelto verde oscuro; allí, en la Antípoda Oscura, me había convertido en una sombra entre la oscuridad. 

Me llamo Kuive, y éste es el pedazo azabache de mi historia. 

miércoles, 30 de mayo de 2012

Kuive, dragón de hielo eterno

Escrito por Lore.

Mi vestido era color marfil. Llevaba un escote de palabra de honor bastante incómodo y una amplia falda de cola de gasa; mi espalda estaba casi por completo al descubierto y, por la falda y el corpiño, subía en el lado derecho un dibujo en negro y plata que simulaba escamas. Mi máscara era un antifaz en forma de rostro de dragón blanco y plata, del que salían largas hebras argénteas de mechones artificiales que se entremezclaban con mi pelo. Me habían aclarado los labios con un extraño potingue que brillaba iridiscente y me habían oscurecido los párpados con coll negro, de manera que resaltaba el color de mis ojos verdes, en los que no se diferenciaban el iris ni la pupila.
Rhíat me miraba asombrado mientras me colocaba al cuello el último toque: un ópalo negro que me había regalado Grinúviel para la ocasión.
-Demasiados brillantes... -a mí no me gustaba nada aquel extravagante atuendo; era incómodo, no me permitía moverme con agilidad y pesaba demasiado. Lo único bueno que tenía era que podía guardar mi espada perfectamente bajo la ancha falda, atada a la pierna por la empuñadura central.
-Pues, a pesar de todo, he de decir que te veo hermosa -el muchacho me miró fijamente a los ojos a través del espejo en el que ambos nos reflejábamos en aquel momento.
Yo le devolví la mirada, sarcástica.
-Anda, vamos -entonces me colocó sobre los hombros una fina capa de tul gris perla que simulaba las alas del dragón y me tendió el brazo, para acompañarme formalmente hasta la entrada del gran salón donde se celebraría el baile. 

Los hombres, jóvenes y mayores, formales e informales, ricos y no tan ricos, se me acercaban a cada minuto, pidiendo que les concediera una pieza. Sin embargo yo, a costa del decoro y la educación "normal", denegaba a todos y cada uno de los que se acercaban con esa intención. Estaba nerviosa. Buscaba a mi confidente y, por el momento, no estaba teniendo muy fructíferos resultados en mis pesquisas. Paseaba de un lado a otro de la sala, desde la mesa de los canapés hasta la tarima de los músicos, escudriñando los rostros de todos los invitados del baile de máscaras; por desgracia, no tenía la más mínima idea de cómo era aquella persona, de hecho, por no saber ni siquiera estaba segura de si era hombre o mujer. Eso, unido al hecho de que, obviamente, todos llevaban máscara, estaba haciendo tan imposible mi misión que al final desistí... cogí una copa de vino de frutas y salí al balcón a que me diera un poco el aire. 
El viento meció mi pelo, suelto a mi espalda, junto con las hebras plateadas y levantó en amplios bucles la delgada capa que descendía desde mis hombros, cual si las alas del argénteo dragón realmente ansiaran desplegarse... y volar...
Miré a lo lejos, al horizonte... sí, claro que quería volar, por supuesto. Quería salir de ahí. Me gustaba aquel lugar, aquella ciudad, aquella gente; me gustaba saber que a partir de entonces, hiciera lo que hiciera, fuera donde fuese, siempre tendría al fin un hogar al que volver... y, sin embargo, mi mente no era de aquel sitio. Mi alma, tantos y tantos años errabunda, se había vuelto trotamundos y yo, en el fondo de mi corazón, sabía que no me sentiría del todo bien hasta que no volviera de nuevo a los caminos, mi mundo... y aún así...
- Los dragones encerrados no tardan mucho en romper sus cadenas y echar a volar...
La voz a mi espalda, tan cerca, me sobresaltó de tal forma que al darme la vuelta la copa resbaló de mi mano. Unos ágiles dedos se dispararon hacia ella y la sujetaron antes de que cayera, sin apenas derramar una sola gota, para después colocarla en la bandeja de uno de los sirvientes que pasaba en aquel momento cerca. Cuando volvió, se colocó directamente frente a mí. Se trataba de un éladrin joven, con el pelo blanco, tan liso como una cascada de bosque, derramándose sobre sus hombros y su espalda, resaltando con el rojo de su atuendo. Sus ojos, color verde oscuro, refulgían tras la máscara en forma de zorro que llevaba calada sobre el rostro. Sus labios, delgados, esbozaban una mueca de seriedad que no pegaba con el resto de la impresión que causaba su apariencia... casi me lo había esperado pronunciando media sonrisa sesgada... 
-Tampoco el vino de frutas es bueno para un dragón tan níveo... podría hacer que cambiarais de color, mi querida Naivara... 
Mis ojos debieron abrirse como platos tras mi máscara de seriedad y hebras brillantes, porque esta vez las comisuras del elfo sí se levantaron ligeramente.
-¿Me concedéis este baile, mi hermoso dragón de hielo?
Me tendió una mano, que yo acepté dubitativa. ¿Quién era aquel joven? ¿Por qué me había llamado así? ¿Cómo lo sabía? ¿Qué sabía? ¿Qué sabía de mí, de mi familia?
-Tenéis muchas preguntas -me dijo en voz baja y mirándome a los ojos mientras comenzábamos a bailar aquella lenta canción, sin salir de la amplia terraza, donde teníamos más espacio e intimidad- pero me temo que yo sólo puedo daros una respuesta.
-¿Cuál?
- Paciencia, querida -respondió él pasando la mano por detrás de mi cintura y arrimándome más a él- al fondo a la izquierda, apoyado con los codos sobre el balcón.
Yo miré sobre su hombro a donde me indicaba y descubrí allí a un elfo adulto en el que ya me había fijado antes y que había descartado en mi búsqueda. 
-Lleva siguiéndoos todo el baile -comentó el joven haciendo como si me diera un beso en la mejilla sin dejar de bailar- segundo piso, asomada a la balconada, trenzas azul claro.
Entonces me dio una vuelta al son de la música y dejó que yo cayera sobre su brazo extendido, mirando hacia arriba, donde descubrí a la éladrin que él mencionaba.
-No os ha quitado ojo de encima desde que habéis salido al balcón y... -me volvió a levantar y continuó hablando en un susurro que si hubiera sido más quedo no habría supuesto ni el silencioso avanzar de una efímera sombra- ...al fondo de la sala, junto a la puerta, dos iguales, con máscaras de oso negro.
Cuando dimos un par de vueltas pude fijarme en los dos últimos, uno a cada lado de la puerta. Hablaban con un tercero al que sí reconocí: uno de aquéllos delante de los cuales Grinuviel nunca quería hablar... aquello empezaba a tomar un cariz muy extraño y, desde luego, no me estaba gustando nada. 
-Pero tranquila -continuó hablando él con el más calmado tono y una sonrisa de disimulo en su rostro- no soy el único zorro de esta fiesta...
Y tenía razón, cuando me había ido fijando en los invitados unos minutos antes, había descubierto varias máscaras que simulaban zorros, unos pardos, otros grises, otros rojos, y de todas las tonalidades de naranjas posibles. Hombres y mujeres se vestían por igual de aquel animal y podría haber como una docena de personas disfrazadas de él en aquellos momentos en la fiesta.
-¿Confiáis en mí? -la pregunta me pilló totalmente por sorpresa. Mi detenimiento de pronto no llamó demasiado la atención puesto que la pieza que tocaban los músicos también terminaba en aquellos momentos y no resultó extraño- no hay tiempo, ¿confiáis en mí?
El joven se había puesto serio de pronto.
-Sí. 
Nunca supe por qué, pero no vacilé al responder. Ni siquiera conocía aún su nombre y sin embargo, confiaba en él, confiaba en ellos, en todos los zorros de la sala. No sabía quiénes eran ni por qué me ayudaban, ni siquiera sabía si realmente me estaban ayudando... no sabía qué estaba pasando, pero confiaba en ellos. Confiaba en él.
A mi respuesta, el joven emitió un silbido con los labios, grave, reverberante. Entonces, el director de la orquesta, calándose de nuevo su máscara en forma de zorro negro comenzó a dirigir a los músicos en una frenética danza, macabra sombra del juego que estaba a punto de comenzar. 
Una pareja de zorros se había acercado mientras tanto a cada uno de los elfos que él me había señalado previamente y, sin previo aviso e increíblemente coordinados, de pronto todos ellos abrieron sus capas y las echaron encima de los elfos, creando el caos. Justo en el mismo momento, el joven zorro rojo me rodeó la cintura con los brazos y saltó la balaustrada, cayendo conmigo sobre un gran montón de hojas del jardín, estratégicamente apiladas justo debajo. Salimos de las hojas y, sin esperar un segundo, corrimos a escondernos en las sombras de la noche, entre las numerosas estatuas del jardín de las fuentes. 
-Hay una historia que tengo que contaros -me dijo entonces él, agachándose a mi lado tras una ninfa de piedra que lloraba agua- una larga historia...
Pero entonces un fuerte sonido nos interrumpió, como si algo pequeño hubiera explotado, y casi al mismo tiempo, un brazo de la ninfa estalló en pedazos, golpeándonos a ambos con esquirlas y piedrecillas.
-¡Bastardos! -se alteró entonces el joven, cogiéndome de la mano y corriendo rápidamente más lejos del balcón, siempre procurando quedar ocultos tras las estatuas de recia piedra- ¡otra vez con ese maldito invento de gnomos!
-¿Qué narices es eso? -pregunté yo, alarmada porque las cosas volaban a nuestro alrededor en mil pedazos.
-Es una especie de tubo que expulsa metal, mata al instante si te da en algún punto peligroso -respondió saltando a mi lado una pequeña acequia. 
La cola del vestido se enganchó en unas ramas y me hubiera caído al agua de no ser porque el fuerte brazo del joven éladrin me sostuvo en el último instante. 
-¡Odio los vestidos! -grité desesperada mientras arrancaba las capas más voluminosas de falda y me quedaba sólo con el corpiño y una fina tela a modo de can-can. 
-Vamos, nos siguen de cerca.
El elfo se había dado la vuelta mientras yo me deshacía de la tela sobrante -arrojándola de mala manera a la acequia- y había visto que, aunque a los que nos habían visto ya no les quedaba más metal, se habían logrado librar fácilmente de los dos zorros que trataban de impedirles el paso, quienes yacían ahora envueltos en un gran charco carmesí, y nos perseguían frenéticamente. 

El joven éladrin y yo corrimos a través de los árboles del resto del jardín y pronto llegamos a la muralla, un callejón sin salida. Éramos ágiles, pero nuestros perseguidores también y no habíamos conseguido distanciarnos mucho de ellos, ya se les oía llegar. 
Ambos nos miramos, sabiendo que no nos daría tiempo a saltar el muro. 
-Te quieren a ti -murmuró el joven mientras desenvainaba una delgada hoja que guardaba camuflada con el traje.
-Pues no voy a ponérselo fácil -yo también saqué la espada de un solo filo que llevaba en la pierna, fijando el mango a uno de los extremos. 
Justo en aquel momento, los tres elfos que nos perseguían aparecieron en el recodo donde nosotros nos encontrábamos. Los tres portaban armas y, de pronto, sin que mediara la más mínima palabra entre ninguno de nosotros, me encontré inmersa en una vorágine de metal contra metal, acero contra acero, escarlata, verde y negro... 

No recuerdo mucho de aquella vertiginosa pelea. Sólo que aprendí a usar el mango corredizo de mi querida espada, pero no recuerdo más...
De pronto, mi espada pendía de mi mano, teñida de bermellón por ambos filos, con el seguro de la empuñadura suelto... la espada del joven también estaba teñida de rojo y a nuestros pies yacían tres cadáveres. Entonces, sin la más mínima tregua ni el más ínfimo descanso, sonó de nuevo aquel característico ruido de explosión pequeña... ambos nos echamos al suelo justo a tiempo para ver cómo, en un punto del muro, saltaban astillas al incrustarse un pedazo redondo y pequeño de brillante metal. 
-¡Corre! -el joven se levantó y, envainando la espada rápidamente, colocó ambas manos entrelazadas a modo de escalón. 
Sin pensármelo dos veces me aupé con su ayuda y alcancé el borde del muro en medio de ruidos de explosiones y pedazos de pared volantes. Ayudé al elfo gris a subir y ambos descendimos al otro lado en aquella frenética batalla. Yo me levanté, dispuesta a continuar corriendo, pero él no me acompañó. Me di la vuelta y entonces lo vi: tenía una gran mancha rojiza, más oscura que su traje, creciendo en su pecho rápidamente. 
-Los han matado a todos... -alcanzó a decir en un leve susurro. 
Me agaché y, sin saber muy bien cómo reaccionar, le quité con cuidado la máscara de zorro. Unas finas lágrimas corrían por sus mejillas y se disolvían cayendo en el cálido rojo de su pecho.
-No queda ninguno y yo... yo ya no puedo... seguir... -alcanzó a decir antes de que un ataque de tos cortara sus palabras de lleno- ... Grinuviel no sabe nada... siempre lo mantuvimos al... al margen... para.. proteg... -otro ataque de tos.
-No hables más de lo necesario, tranquilo -respondí cogiendo su cabeza entre mis manos temblorosas y acomodándolo en mi regazo, sin saber qué más hacer- me habéis salvado...
-Tienes que saber... no me queda tiempo... sólo... sólo lo sabe... -entonces volvieron a sonar más cañonazos de aquella extraña arma- ...ve a la Antíp... la Antípod...
-¿La Antípoda Oscura? -sólo de pensar en aquel nombre... de recordar lo que vivía ahí, un escalofrío recorría mi espalda.
-Ve... pero aléjate de... Menzob...berranzan... aléjate de... los drow...
-¿Y qué tengo que hacer allí? -no estaba muy segura de querer volver por allí cerca.
-Busca... Ashik... Ashika.
-Ashika.
El joven éladrin asintió y sonrió debilmente. Levantó una pálida mano y me retiró la máscara del dragón. Entonces sonrió más aún...
-Eres... igual que... que... madre...
-¿Cómo has dicho? 
Rhíat se había dedicado aquellos últimos días a decirme los nombres de los miembros de la familia que se sabía que lo eran; pudimos identificar a mis padres y al menos tres hermanos, mayores que yo... todos muertos. Pero todo aquello era muy raro, todo me resultaba demasiado extraño y, a la vez, demasiado familiar... los ojos de aquel elfo, lo que acababa de decir... inconscientemente, mi mente fue haciendo raras conexiones entre sucesos y palabras y, de pronto, un esbozo de idea comenzó a tomar forma, aún demasiado sutil, en mi mente...
Mis ojos volvieron a abrirse como platos, el joven éladrin volvió a esbozar aquella media sonrisa. 
-¿Cómo te llamas?
-Nuyveru... -respondió entre jadeos- vete... no dejes que... te cojan... busca... la verdad... ve... Nai... Naivar...
Entonces, el brillo de sus ojos se apagó de pronto, la muerte vino a buscarlo cruelmente, sin siquiera dejarlo terminar su última frase, la última palabra que iba a pronunciar: mi nombre. 
Nuyveru, uno de mis tres hermanos mayores... el menor de todos ellos... un estremecedor grito desgarró mi alma y huyó prófugo a través de mis labios antes de que mi mente consciente pudiera hacer nada para evitarlo. 
La voces de mis incansables perseguidores se oían de nuevo, cada vez más cerca. Cerré los ojos a Nuyveru y dejé mi máscara entre sus brazos. Entonces corrí...
Me encontraba en una especie de trance subconsciente. Mi mente, escondida del mundo en un rincón menos doloroso, observaba cómo mi cuerpo se movía desde fuera, contemplando impotente, impasible, cómo tomaba el control de mis actos el subconsciente más primario: el deseo de sobrevivir. 

Corrí entre las sombras y en poco tiempo alcancé las enredaderas por las que trepé hasta mi balcón. En el más completo silencio, habiendo dejado las voces atrás mucho tiempo antes, entré en mis aposentos y cogí rápidamente toda la ropa que pude, hice con ella una bola y la metí en el primer petate que encontré. Entonces me quité aquel ridículo corsé y el can-can y me coloqué encima un ajustado chaleco de cuero oscuro y unas polainas, además de unas botas en los sucios pies, que habían perdido ambos zapatitos de tacón por el camino, ni siquiera recordaba cuándo o dónde... Me anudé el pelo con una cinta negra y me dispuse a salir de mi cuarto. Entonces encontré sobre la cama un paquete con una nota. Era de Rhíat: reconocí la forma, seguramente era la otra espada, ya terminada. Abrí la nota...
... y entonces me derrumbé sobre la cama... las piernas me fallaron, la vista recorrió cientos y cientos de veces las pocas líneas del papel antes de asimilar lo que realmente estaba leyendo y mi mente se hizo más ovillo aún, arrebujándose entre las meras sobras de un pasado mejor que ya había quedado atrás, relegado a los lejanos rincones de recuerdo de mi cabeza...
La nota decía, a grandes rasgos, que los zorros al fin habían descubierto algo y que querían decírmelo en la fiesta para que nadie se enterase; que si estaba leyendo aquello probablemente ya sabría que el encargado de decírmelo era mi hermano y que habían tenido que mantener aquello en secreto para poder seguir indagando porque, de lo contrario, habrían venido a por mí mucho antes. También decía que la espada estaba terminada y que, con ella, podría ir en busca del resto de la verdad, que Nuyveru me contaría todo lo que ellos sabían... mientras él y los demás distraían a quienes me perseguían... 
Rhíat había sido un zorro... era uno de los zorros que, por protegernos, había quedado atrás...
En aquel momento, mi parte inconsciente captó voces en el piso de abajo. Al parecer alguien quería subir a ver si estaba escondida en mi habitación y Grinuviel trataba de convencerlos muy calmadamente de que no había nadie arriba. 
"Déjalos subir" chillaba mi mente encogida "no quiero que te hagan algo a ti también... déjalos subir... no me protejas a costa de tu vida..." pero claro, él no sabía que yo había entrado por la ventana así que, lógicamente, les permitió subir, creyendo que yo estaría ya lejos, huyendo de ellos. 
Rápidamente, mis manos guardaron la nota entre los pliegues de mi capa de viaje y desenvolvieron la espada que colocaron estratégicamente en mi otra pierna, mientras mis pies se deslizaban con sigilo hacia el balcón y, después, enredadera abajo. Mis piernas corrieron, ocultándose de sombra en sombra y mis manos las ayudaron apoyándose de vez en cuando en los muros para saltarlos y agarrándose a las ramas de los árboles para cruzar riachuelos. 
Al poco tiempo... o mucho, la verdad es que no habría sabido decirlo... me encontraba ya a las afueras de la ciudad de los éladrin, mirando hacia atrás, hacia aquel lugar que, inocentemente, unas pocas horas antes pensaba que algún día podría llamar hogar. 
Un último vistazo me bastó para percatarme de que mi verdadero hogar, el lugar al que yo realmente pertenecía, no quedaba atrás, sino delante: mi mundo eran los caminos, los senderos, las rutas. Al fin y al cabo, ésa era yo, la nómada elfa gris....
Me volví sin dudar un solo instante más y mis pies comenzaron de nuevo a caminar. No sé cuánto tiempo pasé andando, alejándome de allí, dirigiéndome inexorable y a la vez inconscientemente hacia la montaña que albergaba la temida Antípoda Oscura. No sé cuántos días pasaron ni cuántas noches. No sé cuántas paradas hice, ni cuánto tiempo necesité para descansar. Lo único que sé es que, poco a poco, durante aquel viaje, mi mente fue emergiendo lentamente de su escondite, desperezándose y tomando el control de nuevo. 
Finalmente, un amanecer de tantos, volví de nuevo a ser yo.
Entonces pensé por primera vez de forma racional en todo aquello que había pasado. No derramé más lágrimas, éstas habían quedado esparcidas por el camino ya pisado. Sin embargo sí añoré... como haría durante mucho tiempo después. Y también pensé. Cuánta razón había tenido mi hermano, al hablarme por primera vez, cuando el viento agitaba mi capa de perlado tul. 
Sí, los dragones encerrados, finalmente se escapan y echan a volar. 
Y sí, también. Yo era un dragón... un dragón blanco, níveo, glacial... era un dragón al que le habían quitado lo poco que había encontrado de un modo tan efímero... era un dragón sin fuego y sin calor, un dragón gélido, un dragón de hielo eterno...

Me llamo Kuive y éste fue el gran giro de mi historia.

martes, 22 de mayo de 2012

Seven Stars from the southern sky

Chicos, os quiero tanto, que me habéis inspirado :)


Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

One is from the northern sky,
from the black and grey,
nobleness within his soul,
fears are gone away.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

Another from the winter,
hazzled eyes on loyal face,
strength and gold matching together,
in a soft, twistling embrace.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

This one is gold headed,
the look of deepest blue,
smiles and songs forever,
make the greatest truth.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

One  of them comes from happiness,
with her speedy mind,
friendly hand always offered,
with a help to find.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

This one comes from stories,
bards songs tell her tales,
honesty and cunning,
advancing her name.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

There´s another comming,
friendship in his heart,
no arrows find his body,
and lauhgs are made an art.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

Last one is like stone and fire,
arduous to describe,
but you always find his hand
just at the right time.


Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.


And comming from the horizon,
scarlet flames are on her soul,
greened gaze and tender,
joyful wistling howl.

Seven stars from the southern sky,
glittering loud, glittering high,
seven promises waiting to rise,
in a dizzying circle of light.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Mus errabundas palabras

Últimamente me está volviendo a pasar lo que me pasaba hace unos años; algo que estuvo un tiempo sin ocurrirme; algo que se ha mantenido oculto varios eones, perdido en los derroteros de los neblinosos recovecos de las esquinas de mi mente. 
Es una sensación extraña, fría, pero a su vez cálida, de calma y de vertiginosidad, firme y voluptuosa... es una sensación que me gusta pero a la vez me inquieta. Se trata de esos momentos en los que tengo ideas, personas, acciones, descripciones... un ingente sinfín de palabras, letras y frases que revolotean por el nublado cielo de mi cabeza cual negros cuervos oscureciendo el mundo con sus alas. 
Pero, a pesar de todo, no me decido. 
Mis pensamientos saltan de uno a otro, deslizándose por sus sedosos contornos, acariciando apenas su tersa superficie... saltan y saltan, sin detenerse en uno de ellos, sin saber en qué muelle amarrar, sin poder profundizar en ninguno porque ahora estoy en medio de un vacío, un abismo, un vado que no he podido todavía sortear. 
Tengo miles de ideas en mi mente, miles de rostros que me miran fijamente, manos que me señalan acusadoras, que piden, que ordenan... rasgan el cielo de mi cabeza con sus afiladas uñas, tratando de escalar unas sobre otras, imponiéndose cada vez una diferente, pero no logro concretar. No logro elegir. Sé, como siempre me ocurre y siempre me ha ocurrido, como afirma Vida Winter, que cuando elija uno, todos los demás retrocederán, le harán una reverencia y calmarán sus agitados ánimos, respetando mi elección, esperando su turno para poder salir. Pero, hasta entonces, todos luchan por captar un pedacito de mi atención.
No puedo seguir así, al final me paso más tiempo tratando de decidir qué escribo que escribiendo, tengo que tender la mano a alguno de ellos ya. En la vida uno se encuentra con muchos vados; con éste es con uno de los que más a menudo tropiezo yo y como dijo Musashi, tengo que cruzar este vado.
Gracias por atender mis errabundas palabras, burdos jirones tejidos en este virtual lienzo de áspera tela blanca; gracias por leer estas humildes palabras delineadas con la sangre que brota de mi oscura pluma cada vez que deliro. 
Saludos, mis errantes trotamundos de mundos lejanos, ¡disfrutad de esta oscura pinta! o^^o

domingo, 29 de abril de 2012

A todos los que lo valoran/To every people who value it

Hoy he vuelto a pensar, mis errantes trotamundos, como tantas otras veces. Como tantas otras veces, hoy he tenido una conversación -una buena conversación- que me ha hecho pensar. 
Esta mañana, al terminar el entrenamiento de Kendo, he salido hablando con Matías, mi profe y senpai, sobre leer y escribir. Me ha dicho algo: que queda poca gente que lea y escriba mucho hoy en día, como hago yo. Y eso me ha hecho pensar en el camino de vuelta a mi casa.
Sí, es cierto, queda poca gente; sin embargo, menos gente queda aún que reconozca estas cosas. Conozco a muchas personas que escriben -y maravillosamente, he de decir- y leen mucho. En cambio, personas que reconozcan estas acciones, que lean las cosas que otros escriben o que sean capaces de ver el esfuerzo que hay detrás y de valorar la escritura como se merece, quedan pocas. 
Es por ello que hoy, con esta pinta de El Último Hogar, brindo por ellos: por todas esas personas que son capaces de seguir el sendero que crea este mundo actual, a la vertiginosa velocidad que lleva hoy en día y, a pesar de todo, aún reconocen las viejas tradiciones, aún valoran a quien las mantiene. Así que, hoy, a todos ellos, gracias.
Así que, Matías, gracias por esa buena conversación. :)



Today I have thought again, my roaming globetrotters, as many other times. As many other times, today I´ve had a conversation -a quite good conversation- and it has made me think about it. 
This mourning, as I finished my Kendo trainning, I went out talking with Matías, my teacher and senpai, about reading and writting. He told me something: there are few people remaining who write or read as much as I do, today. And it has made me think on my way home. 
Yes, it is true, there are few people remaining; however, even less people remains who recognize this kind of things. I´ve met a lot of people that write -in a wonderful way, I ough to say- and read a lot. But people who recognize these actions, who read the things the others write or who are able to see the effort behind and to value writting as it deserves, they are few. 
That´s because today, with this pint in El Último Hogar, I drink for them: for all those people who are able to follow  the path that creates this actual world, in its breakneck speed of today and, even though all that, they still recognize old traditions, they still value the person who keeps them. So, today, to all of them: thank you.
So, Matías, thanks for that good conversation. :)

miércoles, 25 de abril de 2012

KENDO

Hoy vengo a hablaros de una cosa: el Kendo.
Me encanta. Empecé este cuatrimestre a practicar Kendo con mi novio y un grupillo bien majo que nos hemos juntado en la autónoma y la verdad es que tenía que decirlo: es genial :)
Nos han puesto todos los impedimentos del mundo, estamos en una sala chiquitaja en la que hay que tener cuidado de no dar a los espejos, la tarima del suelo está levantada y astillada en algunos sitios, el horario es tardísimo... y aún así, es genial.
Cansa, sí, duele, sí y es muy sacrificado, pero aún así, es genial.
Es el día que más tarde llego a mi casa y, sin embargo, el que menos cansada estoy: es, simplemente, genial.
Como podéis ver, me encanta :) es una actividad que recomiendo encarecidamente :)
un saludo mis errantes viajeros de mundos de papel! ;D

Today I´m here to talk about one thing: Kendo.
I love it. I started practising Kendo this term with my boyfriend and a nice group of people that met ourselves in the UAM and I had to say it: it´s great! :)
We had all the impediments on Earth, we´re in a little room where we have to be carefull not knocking the mirrors, the stage is pretty bad and it has chips in some places and the hours are very late... and still, it´s great.
It tires, yes, it hurts, yes, and it´s very sacrified, but still, it´s great.
It is the day I arrive home later and, however, the day I am less tired: it´s simply great.
As you can see, I love it :) it is an activity Ihighly recommend ;)
see you, my paper world´s roaming travelers! ;D

jueves, 19 de abril de 2012

where nobody lets their childs swim...

Sometimes I talk to the Moon, ´cause I need somebody to listen, and she does.
Sometimes I stare to the stars, ´cause I need someone to glitter, and they do.
Sometimes, just sometimes, I can smell the soft scent from a shooting star...

... shinning in the dark...

When I breathe, my troubles go away. When I dream, my heart feels no more sadness. My eyes are like birds into the horizon and mi soul is just a bit of pain...

Sometimes, I feel like a little boat floating in the middle of the ocean. Sometimes, I hear a noisy wispering voice calling mi name within the air of the mountains; and I answer, and I sing, and I can read the Moon and smell the stars, I can hear the little birds, coming home again. 

My sails are openly strained because of the strength of the wind. A glitter catches my eye in the edge of the boat, just a vague reminiscent of an ancient spirit shadow... A glittery shadow over the sea, which go away, far away...

Far away, there is where I want to be sometimes... there is where I want to be now... I´m far away, in a place where nobody lets their childs swim... in a place no one dares to fly to...

jueves, 19 de enero de 2012

No podemos salir... ya vienen...

Hay momentos en la vida en los que tengo ganas de matar a alguien. Hay momentos en los que entiendo a Elliot cuando sólo quiere romper algo, al tenista ése que ha roto cuatro raquetas, a los mafiosos a los que nadie toca... 
Hay momentos en la vida en los que no me caigo, la gente me tira... las personas, alguna en concreto, me tiran fuera del camino de un empujón.
Y si me caigo, me volveré a levantar... sí, pero ¿y qué pasa cuando me empujan? 
Pues lo de siempre, que también me tengo que volver a levantar... pero además tengo que entrar en el camino de nuevo...
Hay veces en la vida en las que sólo quiero no volver a ver la cara del uruk´hai de los suburbios más barriobajeros nunca más...
Hay veces en las que estoy realmente enfadada.
Si me empujas, me salgo de mi camino; si encima me empujas a mala leche, salgo volando y me alejo. Si salgo del camino, pierdo tiempo y esfuerzo en volver a entrar, tiempo y esfuerzo que podría haber usado para correr un rato camino arriba. ¿Y qué pasa cuando vuelvo? Que el orco me empuja echándome por el otro lado. 
Por suerte, soy un elfo. Soy paciente, no me altero. No soy un enojado enano que te partiría la cabeza con un hacha. No soy un cabreado kender que te quitaría todo lo que tienes. No soy un mago humano que de dejaría bien calentito con un rayo o una bola de fuego. No...
Sólo soy un elfo. 
Un elfo que inspira... espira... inspira...
Un elfo que, mientras inspira... maquina. Porque nadie ha dicho que los elfos oscuros no existan.
O que los habitantes del bosque no se puedan tomar su fría venganza...
Sí, los elfos son psicópatas primarios...
Creo que estoy empezando a delirar de nuevo...

Y si me caigo, me vuelvo a levantar, pero ¿qué pasa si me tiran?
Pues también tendré que levantarme.
Me caiga o me tiren, la vida es injusta y en este momento soy yo sola la que se tiene que levantar. Así que, con heridas en las rodillas, seguiré caminando porque un uruk no se va a interponer en mi camino. Mi meta es mayor, mi destino más grande, mis sueños imbatibles, mi ideal inamovible. No tú. Tú no vas a batirme. No...
Voy a seguir caminando, rumbo al horizonte, me cueste lo que me cueste y si te intentas interponer en mi camino una vez más, simplemente pasaré de largo... Y cuando esté delante miraré atrás y sonreiré, pero sobretodo, pasaré de largo... Mi nombre se recordará, el tuyo no. Haré cosas grandes, llegaré al final de mi camino pero tú, si sigues así... no alcanzarás el tuyo.
Así sólo conseguirás que alguien, un enano enfadado, un kender cabreado o un mago de mal humor, sólo conseguirás que cualquiera de ellos te lance fuera del camino... y lo harán cuando haya un precipicio al lado. Para que no puedas volver a subir. 
Vendrán muchos detrás de mí.
Pero yo no lo veré porque yo, simplemente, habré pasado de largo. 
Y allí estaré, al final del todo, en mi meta, destino, sueño, ideal. Allí. A lo lejos.
Y tú, al fin y al cabo, no habrás conseguido pasar de aquí. Estás, orco, tan ocupado lanzando gente fuera del camino que no has mirado a tu alrededor. Tu meta se ha esfumado, tu sueño se ha ido, tu camino, simplemente, ha desaparecido.
Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir; me dijeron. 
Lo haré, aunque tú, uruk´hai no lo hagas. Pero yo lo haré y seguiré caminando. 
Y así, poco a poco, tú irás quedando atrás. 

Al final, serás sólo una ínfima meta de polvo en los lejanos recovecos de mi brumosa y vieja memoria y un día, no muy lejano, desaparecerás. Yo avanzaré, habré aprendido a levantarme, a esquivar orcos y a caminar con las rodillas heridas.
Tú quedarás atrás, solo, aburrido... olvidado... "tranquilizándote", al fin y al cabo, "tres pueblos"...

Y ahora, tras esta larga perorata, he de decir que me siento mucho mejor siendo elfo que orco.
Y tras todo esto, estoy más tranquila. Me encantan las palabras, me encanta escribir, me encanta la libre escritura, me encanta descargar. 

Y ahora me siento mejor :) esto es para todos vosotros, para que vosotros os sintáis también mejor, espero que, al menos, os sirva para reíros un poquillo :)

Saludos, errantes!!! o^^o

lunes, 2 de enero de 2012

2012

Y entró el 2012.
2012 ilusiones que surgen.
20 y 12. 1 más 2 = 3. 20 + 3: 23. Es perfecto.
2+1+2=5, que por dos es 10, la tetraktis y más 2 es 7, el número mágico.
10+7=17; 7+1= 8, el infinito.
en fin, estoy divagando, pero lo cierto es que ha entrado el 2012 y van a ser 2012 ilusiones que mantienen la llama viva en los corazones de los hombres. Lo cierto es que me he puesto filosófica, pero me gusta =).
saludos viajeros errantes de este mundo :)

And 2012 came.
2012 more ilusions.

20 y 12. 1 plus 2 = 3. 20 + 3: 23. It´s perfect.
2+1+2=5, that by two is 10, the tetraktis and plus 2 it is 7, the magic number.
10+7=17; 7+1= 8, the infinite.
well... I´m rambling, but certainly, 2012 has come in and they´re gonna be 2012 ilusions thar mantain alive the flame within human hearts. Certainly, I´ve become philosophic, but I like it =).
greetings, wanderer travelers from this world :)


viernes, 9 de diciembre de 2011

Dama de los Mares/Lady of the Seas

Éstas son mis palabras para una Estrella,
una estrella que brilla en el cielo
que brilla eternamente bella. 


Éstas son mis palabras para una Luna
que canta canciones de cuna
sobre mi cama de seda oscura.


Éstas son mis palabras 
para la Dama de los Mares
para que cuando las lea,
sonría y entone cantares.


Porque las canciones más bellas
las canta ella para mí
porque bajo las estrellas
se merece ser feliz. 


Éstas palabras son las primeras que escribo
directas desde mi alma a estos versos
a estas cartas que se envían al destino
para ser leídos por quien han de serlo.


Son palabras sin pensar dos veces
son palabras que grita mi corazón
son palabras que tú te mereces
son palabras que cantan tu canción.




This is a poem written from my soul, I´m goin to try and traslate it without losing it, but I cannot keep the ryme and the rithm, I´m sorry.


These are my words for a Star,
a star that shines in the sky
that shines always beautiful.



These are my words for the Moon
who sings lulabys
over my dark seed bed.


These are my words for the Lady of the Seas
for her to read them
and smile and sing songs.


´Cause the most beautifull songs
are sung by her for me
´cause under the stars
she deserves to be happy. 


These words are the frist ones I write
just from my soul to these verses
to these letters that are sent to the destiny
to be read by she who has to read them.


Words without thinking twice about them
words that my heart shouts
words that you deserve
words that sing your song.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Erza Scarlet

Éste es el traje de Erza Scarlet, personaje del que me disfracé en el Expomanga 2011:
This is Erza Scarlet cosplay, wich I wore in the 2011 Expomanga:

Ésta es con Gray Fullbuster, nakama de Fairy Tail:
This is with Gray Fullbuster, Fairy Tail´s nakama:


Ésta es con Gazille, el dragonslayer de metal, ex miembro del Element Four de Phantom Lord:
This one is with Gazille, iron dragonslayer from the Phantom Lord´s Element Four:


viernes, 11 de noviembre de 2011

11

El once es un número que trasciende lo mortal, proyecta hacia lo divino, la divinidad, tanto buena como mala, tiene el poder de crear y destruir, de dar vida y quitarla. Prefiero quedarme con lo bueno, paz, armonía, revelaciones divinas, misticismo y Verdad.
Hoy es 11.11.11, tenía que mencionarlo o^^o

Eleven is a number that refers to more than mortal affairs... it´s launched to the divine, divinity, as good as bad, it has the power of creation and destruction, of giving life and taking it away. I like to keep goods more; peace, harmony, divine revelations, misticism and Truth.
Today is 11.11.11, I had to mention it o^^o

sábado, 24 de septiembre de 2011

Venecia/Venice



VENECIA/VENICE













Venecia.



Una ciudad de la que vuelvo totalmente anonadada, no tengo comentarios, no existen palabras para expresar lo maravilloso de este viaje. Es una ciudad que nació y morirá en el mar y, en su pequeñez y su antigüedad, es una ciudad inmensamente grandiosa. Todos sus recovecos, sus esquinas, sus canales y sus gentes son mágicos, diferentes. 
Un viaje increíble. Gracias. o^^o










Venice.



A city from where I come back extremely amused; I haven´t got any comments, any words all over the world to explain the wonders of this trip. It is a city wich born and will die in the sea and, from its littleness and oldness grew a very great wonderful city. All its nooks and cranniescorners, channels and its people are magical, different.
A marvellous trip. Thanks. o^^o






viernes, 2 de septiembre de 2011

Mazmorra: Misión de recuperación (3)


Escrito por Lore. 

Al fondo del pasillo había una puerta, la que se veía a simple vista. Pero además, junto a ésta había otra en una de las paredes. Los compañeros decidieron probar suerte con la primera que habían divisado.
Tras un infructuoso intento de burlar aquel extraño candado que no tenía una sola apertura para introducir una ganzúa, Tüan dejó paso a Kuive que se acercó sacando con el más absoluto cuidado un frasco sellado de uno de sus  bolsillos.
-¿Es marea? –preguntó el mediano mirando el frasquito con expectación.
Kuive sonrió.
-Reacciona en contacto con el aire –explicó- cuidado.
Entonces, con dos dedos retiró el lacre que sellaba el tapón de corcho y abrió el botecito volcándolo rápidamente sobre la cerradura. Un acuoso líquido verdoso se derramó sobre ella produciendo al instante un leve siseo y un humillo gris. Rápidamente la hechicera soltó el frasco y el corcho que se desintegraron por completo antes de llegas siquiera al suelo.
-Ya no debería de oponer resistencia –le comunicó la elfa a Axxis- pero ten cuidado, no roces la cerradura.
El dracónido asintió y de nuevo lanzó a la puerta una fuerte patada que la abrió de un golpe.
Tras ella sólo había otra sala vacía. Más bien una especie de laboratorio. Y de nuevo más muertos humanos esparcidos por ella. Tüan y Kuive se adelantaron de nuevo a inspeccionar el lugar y, al no detectar nada extraño, llamaron a los demás.
-Aquí hay unos barriles con el mismo símbolo que la posada del viejo enano –comentó Adara.
-Todo es muy raro –añadió el mediano, examinando de cerca uno de los cuerpos muertos- por la rigidez del cuerpo y el color de los labios y los ojos, estos humanos llevan muertos mucho tiempo como para no estar descomponiéndose…
-Los drow tienen toxinas que evitan la descomposición –aclaró Darjeeline.
-Pero estos tipos no se parecen en nada a un drow –Kuive, que seguía inspeccionando el laboatorio, habló en un quedo susurro pero todos la escucharon a pesar de encontrarse al otro lado de la habitación, a causa de la resonancia del lugar- no son drows. Alguien nos lo quiere hacer creer, pero no es verdad, no lo son…
-Estoy de acuerdo –el enano ya se encontraba en la puerta del laboratorio de nuevo- y cada vez nos internamos más en este caótico laberinto, no me gusta un pelo así que cuanto antes encontremos el báculo y lo rescatemos y nos vayamos de aquí mejor.
-¿No se supone que a los enanos os gustan las cuevas? –rió Axxis.
-Tú lo has dicho, las cuevas –respondió bruscamente Grimnir- no las mazmorras laberínticas sin ventilar… vámonos.
-Aquí ya no hacemos nada –aceptó la clérigo- sigamos.
Al acercarse a la siguiente puerta, Grimnir comprobó que no era tal, tan sólo se trataba de una gruesa cortina decorada a tal efecto, de forma que en la oscuridad pasaba por madera. El enano la retiró y los dejó pasar; los compañeros se encaminaron a través del pasillo que había al otro lado, Tüan y Kuive unos pasos más adelante, haciendo de avanzadilla y Adara y Grimnir cubriendo la retaguardia con las armas prestas.

Unos momentos después la mecha de la lámpara se consumió y el pasillo quedó sumido en una total oscuridad. Las paredes olían a cerrado y los compañeros tuvieron que detenerse porque ni siquiera los que estaban acostumbrados a ver en la oscuridad divisaban el suelo un par de palmos por delante de ellos.
Kuive invocó de nuevo el pequeño haz de luz que se colocó otra vez frente a ellos y avanzó precediéndolos, guiándolos e iluminando la oscuridad reinante.
Unos metros más adelante una bifurcación les apareció al paso. Dos pasillos, exactamente iguales, a izquierda y a derecha. Tüan y Kuive se miraron y examinaron ambos corredores. No había signo alguno que los diferenciara.
-Propongo que nos dividamos –observó Darjeeline al llegar a donde ambos se habían detenido- yo también puedo invocar algo de luz –explicó dirigiéndose a la elfa- Tüan y tú sois los que exploráis así que podéis ir cada uno por un corredor, yo iré con él para iluminarle, así que Axxis puede ir contigo y Grimnir y Adara que guarden cada uno una retaguardia como han hecho hasta ahora.
-Me parece bien –accedió Kuive- si en una hora no habéis encontrado nada, volved aquí, ¿de acuerdo? Esta bifurcación será nuestro punto de encuentro.
-Bien ¿estáis de acuerdo? –preguntó el mediano al resto.
Los demás dieron su aprobación y dicho lo cual, los dos grupos de compañeros partieron cada uno por un pasillo.

Kuive se adentró por el pasillo de la izquierda, guiando con su orbe de luz a Axxis y a Grimnir.
-Esto está cada vez más hundido bajo tierra –comentó el enano- lo noto en los huesos.
A medida que el corredor descendía, fue estrechándose y el techo fue bajando hasta un tamaño en el que Axxis se sintió incómodo.
-No tengo holgura de movimientos aquí –comentó estirando los brazos a ambos lados del cuerpo y viendo que tocaba ambas paredes con las palmas sin problemas- espero no tener que pelear o no sería de mucha ayuda en un corredor tan estrecho…
La éladrin y el enano no contestaron. Ambos sabían que tenía razón; si los atacaban en aquel pasillo, estarían en clara desventaja.
El corredor siguió descendiendo y Kuive aceleró el paso. Sentía la humedad de las paredes penetrar sus huesos hasta la médula y notaba el temor creciente de sus compañeros hacer compañía a su propio miedo.  No era miedo a lo desconocido, lo sabía, era el nerviosismo propio de los guerreros que saben que van a tener que pelear algún día contra alguien más fuerte, que los puede vencer. Entonces el pasadizo giró otro recodo y una vaharada de frío y cortante viento les salió al encuentro, descendiendo de la bóveda del pasillo que se elevaba de nuevo.
-Este pasillo tiene algo extraño –la elfa cerró los ojos un momento, concentrada- no detecto ninguna trampa mágica, pero caminad con ojo, puede haberlas mecánicas.
Axxis asintió y Grimnir sacó su hacha de doble filo, siempre que la empuñaba, se sentía más seguro, aunque sabía que no le serviría de nada frente a una trampa.
No bien habían avanzado un par de pasos más internándose en aquel pasillo, Grimnir se detuvo unos segundos examinando detenidamente un pedazo de pared.
-¿Qué son estas extrañas muescas de…? –sin embargo, no le dio tiempo a terminar pues un sinfín de extraños chasquidos se oyeron a lo largo del corredor.
-¡Dagas! –gritó el dracónido al tiempo que enganchaba su maza al cinturón y pegaba un salto con una agilidad tal que nadie le habría imaginado a una criatura de su envergadura.
El enano y la elfa tuvieron una décima de segundo para reaccionar. Ella saltó en la única dirección que tenía libre, hacia delante, dio una voltereta en el suelo y se levantó también de un salto para caer con manos y pies varios metros más allá. Él dio un paso adelante y se agachó con la espalda pegada a una zona de la pared derecha en la que no había visto ninguna hendidura y levantó su hacha de doble filo con la que pudo desviar las dagas que salieron disparadas de la otra pared en su dirección.
-¿Alguno estáis herido? –el dracónido, increíblemente sujeto a ambas paredes con manos y pies, como quien escala una grieta de las montañas, se mantenía elevado a unos dos metros y medio sobre el suelo- ¿os ha alcanzado alguna?
-No –respondió Grimnir con los nudillos completamente blancos alrededor del mango de su preciada arma- a mí no…
-A mí tampoco –contestó Kuive- y aquí hay otra puerta…
Entonces, pasado el peligro, el dracónido descendió y el enano se levantó y se dispuso a caminar. Entonces, cuando no habían dado ni tres pasos aún, oyeron de nuevo los innumerables chasquidos en el pasillo.


Tüan caminaba en la dirección opuesta, iluminado por la tenue luz que procedía del amuleto de la semielfa. Adara, tras ellos, avanzaba echando constantes ojeadas por encima de su hombro.

Su pasillo también descendió y se estrechó y ellos también sintieron la humedad y el temor frío les recorrió hasta la médula de la misma forma que a sus otros tres compañeros. Entonces, llegados a un punto, ellos también encontraron un recodo y, tras él, una nueva vaharada de aire gélido.
Tüan se dispuso a continuar avanzando tras observar que en el pasillo no había nada amenazante, pero Darjeeline, sujetándolo por el cuello del jubón, lo retuvo junto a ella.
-Percibo algo –comentó en un susurro, el fulgor de su amuleto reflejándose en cambiantes ondas contra las paredes y el suelo- aquí hay más espacio del que parece.
Entonces Adara se agachó y recogió una piedrecita del suelo para, acto seguido, lanzarla pasadizo adelante. Cuál no fue su sorpresa cuando, en lugar de el característico rebote en el suelo dos o tres veces que debería haber hecho, la piedra atravesó la supuesta piedra y desapareció. Uno segundos después oyeron un lejano clac cuando ésta tocó el verdadero fondo.
-Por las barbas de Takklin… -renegó el mediano adelantando con cuidado un pie y comprobando que justo frente a él ya no había suelo para pisar- ¿hasta dónde demonios llega ese foso?
-Vamos a comprobarlo –Darjeeline se había colocado de rodillas en el mismo sitio en que se encontraba y en aquel momento murmuraba suavemente, con los ojos cerrados, unas extrañas palabras mientras sujetaba fuertemente su amuleto con ambas manos.
En ese momento, como si fuera el favor de Mielikki canalizado por ella, miles de partículas brillantes comenzaron a condensarse entorno al amuleto y, poco después, éste emitio un haz de luz que iluminó todo el pasillo frente a ellas y se adhirió a las paredes como si de un ser vivo se tratase, haciendo que desapareciera la penumbra en que los tres estaban inmersos.
El foso que tenían debajo terminaba en un suelo de tierra lleno de estacas y medía unos dos o tres metros de largo.
-Vale, no es un reto difícil… -el mediano hurgaba en su petate con ambos brazos y casi la cabeza dentro de él.
-¿Qué pretendes? –Adara se movió, pero no consiguió ver lo que éste buscaba hasta que lo sacó: un gran pedazo de cuerda de la cual le tendió un extremo.
-Sujétala fuerte, por favor –le pidió el mediano- si me sale mal, sólo tú evitarás que no me empale yo mismo.
Entonces, el mediano, sin dar tiempo a las otras dos a reaccionar, se ató el otro extremo de la cuerda a la cintura y retrocedió para coger acrrerilla.
-¡Apartaos! Pegaos a la pared todo lo que podáis.
Las dos semielfas hicieron lo que les pedía, Adara enrollándose el extremo de la soga a su propia cintura y sujetándolo con fuerza, Darjeeline sujetando fuertemente el amuleto mientras le seguía pidiendo a su diosa su favor.
Entonces Tüan corrió y saltó al llegar al borde. A mitad del salto, el mediano, asustado, se dio cuenta de que le faltaba impulso, que no conseguiría llegar al final, pero de pronto, bajó él el aire se hizo más denso y luminoso y pudo dar un pequeño impulso más para llegar al otro lado.
Sus pies se posaron en el suelo y rodó para alejarse del borde. Sólo entonces, al ponerse en pie de nuevo, se dio cuenta de todo lo que acababa de suceder. Sin perder un segundo, ató la cuerda a un saliente de roca y se dio la vuelta, sonriendo hacia sus compañeras.
-Yo no puedo saltar así –negó la clérigo.
-No te preocupes –Adara estaba dando vueltas a la cuerda a otro saliente y sujetando el extremo con su propio peso añadió-: utiliza la cuerda, sube los pies y cruza.
Darjeeline, pareciéndole aquello más factible, agarró la cuerda con ambas manos y se aupó, enganchando también los pies mientras Adara hacía de contrapeso con los brazos en tensión y la espada a la cintura. Así cruzó.
Después Adara soltó la cuerda y se ató ella misma a la cintura.
-Ahora os toca salvarme a mí.
Entonces cogió carrerilla y saltó también. De nuevo fue capaz de impulsarse otra vez en medio del aire, gracias al favor que Mielikki le había concedido a Darjeeline. Justo cuando tocaron sus pies el suelo, a salvo en el otro lado, la luz se desvaneció sumiéndolos de nuevo en la más completa oscuridad.

Axxis y Grimnir consiguieron salir de aquella endemoniada zona del pasadizo rápidamente antes de que la segunda andanada de dardos se disparase. Junto con Kuive, giraron el siguiente recodo y se encontraron de nuevo con una puerta al final del pasillo.
-¡Estoy hasta la punta las escamas de puertecitas! –rugió Axxis dispuesto a derribar este nuevo obstáculo.
-Espera –Kuive lo detuvo, colocando una mano sobre la puerta y cerrando los ojos.

Adara, Darjeeline y Tüan llegaron también a otra puerta. Darjeeline también apoyó una mano sobre ella y cerro los ojos.

Nada.
Kuive y Darjeeline abrieron los ojos y avisaron a sus respectivos compañeros.
Axxis y Tüan se acercaron a las puertas, ambas abiertas; la empujaron suavemente, oteando al otro lado: una habitación vacía; habían aparecido cada uno en un extremo de ella. Ambos entraron y, al no detectar nada fuera de lo normal, hicieron pasar a sus compañeros.
Se encontraron todos en una especie de cámara abovedada, de forma redondeada y con las paredes de piedra maciza. Ni un solo ventanuco, ni un cuadro, ni un tapiz. Nada. Sólo paredes y paredes de fría y oscura piedra y un altar gigante vacío en el centr del gran habitáculo. La bóveda se elevaba miles de metros sobre ellos y en la cámara había luz merced a un agujero redondo que estaba practicado en el centro de ésta, sobre él el cielo abierto; ya había amanecido.
-¿Cuántas horas llevaremos aquí? –preguntó Kuive mirando al techo.
-Demasiadas para mi gusto –respondió el enano- ¿y ahora qué?
No bien había terminado de pronunciar estas palabras cuando las puertas se cerraron tras ellos violentamente. Un humo vibrante recorrió la habitación, como si emanara del altar y, de pronto, sobre éste comenzó a materializarse una figura. Frente a ellos tomaba forma rápidamente un ser de trueno y hielo, un titán, acompañado de una ventisca que casi los lanza a todos por los aires, de no ser porque unos a otros se fueron sujetando y Axxis, el más grande de todos, consiguió mantenerse firme en el suelo. De hecho, a Tüan se le levantaron los pies; si Kuive y Darjeeline no lo hubieran estado sujetando, probablemente habría dado un par de vueltas a la habitación –cosa que, por otro lado, no le habría importado probar-.
-Definitivamente, compañeros –dijo Kuive cuando todo se hubo calmado- esto no eran drows…
Una sonora y tenebrosa carcajada hizo retumbar toda la cámara.
-No –la voz, de ultratumba, parecía surgida de todas partes y de ninguna a la vez, pero era el titán el que hablaba, ya que los compañeros lo veían vocalizar perfectamente- no eran drows… sólo eran unas burdas ilusiones para poneros a prueba.
Ninguno de ellos osó moverse, a ninguno le gustaba aquel ser, les daba mala espina. En un movimiento casi imperceptible, Grimnir desató el seguro de su hacha y Axxis y Adara agarraron fuertemente las empuñaduras de sus armas.
-Bienvenidos –continuó el titán, mientras los truenos retumbaban junto a su voz y una vaharada de hielo les alcanzaba- os estaba esperando. De hecho, no confiaba en que llegarais hasta aquí…
El extraño tono de su voz hizo que a la mente de Kuive le viniera el hechizo más poderoso que tenía en aquellos momentos y que Darjeeline agarrara con una mano su nueva guadaña y con la otra su amuleto. Tüan, por su parte, ya había cogido con ambas manos dos pequeñas dagas.
Pero entonces, sin mediar más palabra, el titán se desvaneció y en su lugar apareció un dragón de color azul claro, con los ojos como zafiros. Era casi de la altura de la propia cámara y, cuando extendió las alas, arañó ambas paredes con las puntas de las garras.
El enorme ser los miró con ojos inteligentes nada más aparecer y abrió la boca, dispuesto a lanzar una vaharada de su gélido y letal aliento.
El primero en reaccionar fue Tüan que, con un certero lanzamiento de las dagas, acertó en uno de los ojos del dragón, dejándolo medio ciego y completamente enfurecido.
El dragón soltó una helada brisa a través de su fauces abiertas y los compañeros tuvieron que saltar a ambos lados para esquivarlo. Entonces Kuive, que llevaba unos segundos concentrándose, se levantó, afianzó ambas piernas en el suelo, frente a la imponente criatura y levantó una mano a la par que cerraba los ojos.
Entonces todo desapareció; sólo había blanco, una gran extensión de blanco con algunos retazos de azul. Era la mente del dragón. Kuive buscó su conciencia y, rápidamente, trató de relegarla a lo más profundo de su ser, bajando allí junto con ella, para retenerla.

Desde fuera, el resultado de esto fue que Kuive cayó al suelo al mismo tiempo que el dragón y sólo se salvó del golpe merced a que Grimnir, que se encontraba al lado, la sujetó y la depositó en el suelo suavemente.
La elfa tenía cara de concentración, pero estaba profundamente dormida, al igual que el dragón.

Kuive cada vez se aferraba con más fuerza a los recónditos recovecos de la mente del ser. Los más oscuros y lejanos. La conciencia de la criatura pugnaba por escapar de su abrazo, pero ella se resistía a permitírselo.

En la cámara, Darjeeline se dio cuenta de lo que intentaba su compañera.
-¡Rápido! –gritó- lo está manteniendo dormido, ¡tenemos que acabar con él ahora!
Y acto seguido se adelantó y cargó con su guadaña atravesando una de las patas de la criatura, el único sitio al que llegaba.

De pronto, de la masa blanca e informe que era la conciencia del dragón surgió un estruendoso alarido que desconcentró a Kuive y casi hizo que lo soltara. El dragón invocó su propia conciencia para contrarrestar el hechizo, pero la elfa, concentrándose aún más, empleó todas sus fuerzas y consiguió mantenerla bien sujeta contra el fondo de la más alejada oscuridad de la mente de éste.

El rostro de la éladrin se contrajo por el esfuerzo y la concentración.
-¡¡¡Daos prisa!!! –Adara se encontraba junto con el enano, al lado de la joven Kuive y ambos veían perfectamente los cambios en el cuerpo de ésta.
Un sudor frío le recorría la frente y su cara estaba comenzando a quedarse pálida. Los manos estaban ardiendo, al igual que su pecho que se agitaba rápidamente, junto con su respiración.
Tüan se había acercado por detrás y comenzaba a rasgarle al dragón una de las alas.
En aquel momento la criatura se retorció y el cuerpo de Kuive se encongió completamente, con las manos alrededor de su vientre. Su rostro reflejaba la más absoluta concentración. Entonces se relajó y el dragón cayó al suelo de nuevo, inherte.
-¡Así no hacéis nada! –gritó Grimnir.
-¡Sólo lo enfurecéis y a la elfa le cuesta más retenerlo! –añadió Adara.
Entonces Axxis, que se había dedicado a trepar por la espalda del ser, levantó si maza y descargó el golpe más fuerte que pudo sobre la cabeza de éste. El dragón se revolvió y el cuerpo de Kuive dio una vuelta entera en el suelo, pero aún así, la moribunda criatura, no se despertó.
Entonces, viendo que el blanquecino reptil había dejado su pecho al descubierto, Darjeeline levantó ambas guadañas y las descargó ambas contra el lugar donde debería estar el corazón de la criatura.

Kuive notó que la conciencia del ser comenzaba a apagarse y trató de soltarla, pero entonces fue ésta la que la tretuvo a ella. “Caerás en la oscuridad conmigo” oyó que murmuraba toda la mente del ser a su alrededor, volviéndose cada vez más oscura.

-¡No! –la joven elfa abrió los ojos de golpe al tiempo que se incorporaba, quedando sentada en el suelo, flanqueada por el enano y la semielfa.
-Ha muerto –oyó que decía entonces el mediano, acercándose a ellos junto a la otra semielfa y el dracónido.
Kuive los miró a todos como si acabara de despertar de un sueño.
-Sé dónde está –dijo de pronto.
Se levantó y corrió hacia el altar del centro de la sala, ahora destrozado. Rebuscó entre los escombros y encontró un baúl alargado. Lo abrió, puesto que no estaba cerrado con ningún candado y dentro halló lo que buscaba. Al fin. Cuando alzó la mano, sus compañeros pudieron ver un largo báculo de madera de roble, con el final entrelazado alrededor de una piedra verde. En un lado de la madera, tallado con esbeltas letras había algo en un idioma que no conocían: éladrin. Y bajo ello, una palabra que sí reconocieron: Kuive.
En ese momento, una estruendosa risa resonó en la cavidad, procedente de todas partes y de ninguna. Al mismo tiempo, el dragón muerto se desintegró en volutas de humo y la sala se oscureció ligeramente.
-Quiero salir de aquí ya –comentó darjeeline- este extraño lugar de muerte y destrucción no me gusta nada. Es como si no estuvieramos en el mundo real, como si fuera un lugar paralelo, extraño… me da mala espina…
-¿Y cómo salimos ahora? –preguntó Axxis- ¿volvemos atrás?
-Eso… -sonrió Tüan abriendo de nuevo su petate y metiendo una mano en él, rebuscando- …o salimos por la salida más cercana.
Entonces levantó la vista y todos lo siguieron. Alzaron sus ojos hacia el techo, hacia el agujero, el cielo abierto. Hacia su vía de escape, el aire puro, su ansiada salida. Alzaron los ojos hacia el mundo de arriba, hacia su hogar, el mundo real.