Velas que se apagan, árboles que crecen, personas que cambian, días que oscurecen...
Las noches son largas cuando no hay Señor de las Sombras, ni Dama de los Mares; las noches son largas, y las mañanas frías. Frías y sombrías en los momentos de más duda, de más tristeza, de más filosofía... Con dos brillantes luceros por ojos, dos astros luminarios suspendidos de la bóveda, observo la vida y la gente y la vida y las personas y la vida... y la de nuevo la gente.
Cuán diferentes son todos ya, cuán extraños se me hacen, cuán distintos. Cómo ha cambiado la gente últimamente. No sé qué será; quizás, sea yo, quizás, un cambio en el sentido de rotación de la tierra o los astros que se han alineado en un alegórico baile de sombras gigantes; quizás, sin embargo, es sólo que la gente cambia. La gente cambia al igual que el mundo gira. El mundo gira al igual que el tiempo vuela. Y ninguno de esos fenómenos se detiene. Todos continúan su inexorable camino, únicamente visto por los que caminan sobre él. Todos rotan, todos avanzan...
Hoy, en la mesa, la vela ha titilado. La vela ha titilado y los rutilantes jirones de negras sombras que bailaban tribales danzas sobre la mesa han experimentado por unos segundos un eufórico impulso de energía que los ha hecho bailar más rápidamente. Fuera, en la calle, las hojas de los árboles caían, contando un invierno más en la vida de aquéllos, dándoles años, insuflando hálitos de vida. Allí, en la mesa, algunos eran tan diferentes... Allí, no los reconocí, eran extraños a mis ojos, etéreos, vacíos... Allí, en la mesa, la postal era familiar, los vasos sonaban, las jarras burbujeaban, lo platos volaban y las risas se escuchaban... pero algunos ojos eran extraños, eran diferentes. Fuera, en la calle, el día dio paso a la noche y el sol permitió su entrada a la luna, que en esta ocasión arrastraba un negro manto de seda plagado de diamantes. La noche era bella.
La noche es bella.
Señor de las Sombras, te amo; Dama de los Mares, te quiero. Os echo de menos.
Esta noche, las velas se apagan, los árboles crecen, las personas cambian, los días oscurecen...
