"This huge, twisted trunk is the highest of all the vallenwoods in the Valley". Within it stories are told, within it tales are lived, he is witness of lots of adventures, because within it lives the magic ...

This is a magical world ...
where castles rises above clouds seas ...
and dreams walk calmly down the street ...
where every one can be that heroe who dreamed of one day ...
and
if they turn back, they see their wishes fulfilled ...
You´ve got a big heart, keep it filled with
happiness, Lord of the Shadows, so you can live more an live forever inside a
heart, inside yours, inside mine...


Every now and then we come across bands who find inspiration for their music in Dragonlance, most often from Raistlin who is unquestionably the saga's favourite character.

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lunes, 25 de octubre de 2010

Mazmorra: Misión de recuperación I.


desarrollo de mazmorra.

Siete cabezas se perfilaban sobre una loma, observando atentamente una gran estructura que se erguía semiderruida a lo lejos, en el centro de un oscuro bosque. Kuive, acostumbrada a caminar por esas zonas, pensaba que los habían seguido ya que había habido momentos de su viaje en los que había notado ciertas presencias moviéndose a su alrededor; Axxis, que iba a la retaguardia, estaba de acuerdo pues había visto sombras entre los árboles más negras que la oscuridad de la noche. Pero ya estaban allí. Habían aceptado la oferta y ya no había vuelta atrás.



Estaban ellos dos, las dos semielfas, Adara y Darjeeline, el mediano, llamado Tuän y un enano, Grimnir, que había estado oculto en las sombras de una esquina durante toda la conversación y, finalmente, cuando los términos del trato habían sido establecidos, se había acercado al grupo y se había unido a ellos.


En aquel momento se ocultaban en la lejanía tras unos arbustos, esperando la salida del sol.


-¿Me podéis contar otra vez por que no atacamos de noche? -preguntó entonces Tuän, ansioso por correr a por el báculo que les daría la recompensa y sitiéndose más seguro al abrigo de sus amigas las sombras.


-Son drows -Adara no consideraba necesario decir más, sin embargo Tuän levantó una ceja, expectante.

-Los drow ven en la oscuridad perfectamente. Sin embargo, el más mínimo resquicio de luz los molesta y asusta. Contra ellos llevamos mucha más ventaja si trabajamos de día -explicó Darjeeline.


-A no ser que nos topemos con uno que conocí yo una vez... -Kuive, perdida en sus pensamientos, parecía que hablaba consigo misma- le daba igual el sol... sin embargo -dijo sombría volviendo a la realidad- no sé si nos va a servir de mucho la luz del sol... como no haya alguna grieta -aclaró señalando en dirección a una zona de ventanas que se veía bien desde aquel ángulo.


En el edificio, todas las ventanas estaban completamente selladas con sendos tablones de madera.


En aquel momento, la primera uña del sol comenzó a asomar por el horizonte, tras las lejanas montañas del este.


-Vamos, es la hora -Grimnir se levantó, sin siquiera esperar una respuesta de sus compañeros y encabezó la marcha dispuesto, con sus dos hachas en ambas manos, prestas a la lucha. Kuive y Darjeeline se miraron, ésta negó con la cabeza, riendo, y siguieron a sus compañeros, que ya se habían puesto en marcha tras el enano, cerrando la marcha.






Las nubes se deslizaban lentamente por detrás del sol, ya entero, cuando los siete compañeros alcanzaron las puertas de entrada. Tuän se acercó lentamente, cauto, pero no descubrió nada peligroso en la puerta; lo que es más, aquélla estaba abierta.


-Como si nos estuvieran esperando... -dijo Grimnir, alzando sus hachas con los ojos entornados mientras miraba a todas partes.


-¿Qué? ¿Nos creéis ya? -preguntó Axxis adelantándose y abriendo ambas hojas de la puerta con un puntapié, al tiempo que empuñaba su maza de hierro forjado- en cualquier caso, hay que entrar, no hay ningún otro sitio, ¿no?


-No lo hay -respondió Kuive- al menos que hayamos visto.


-Hemos dado la vuelta ambos a todo el complejo -completó Tuän- parece una extraña fortaleza, o un sitio acorazado... a lo mejor ahí dentro tienen a alguien peligroso encerrado, por eso sólo existe una entrada.


-O a lo mejor ahí dentro se realizan siniestras actividades que el mundo no puede ver... -aventuró Adara; acto seguido desenvainó su mandoble y le hizo un gesto al dracónido- entra, yo te cubro.


Axxis atravesó la entrada con precaución y descubrió una escalera descendente. No había nada más.


-Hechicera -llamó- esto está más oscuro que la piel de un drow, yo no veo en la oscuridad...


-Eso no es problema -Kuive se adelantó y chasqueó los dedos; al punto una brillante bola de luz del tamaño de una canica apareció frente al dracónido y comenzó a descender las escaleras delante de él, alumbrando el camino.


-Muy bien -alabó Adara recelosa, a medio camino entre la burla y la desconfianza -habrá que tener cuidado contigo, supongo.


-No era más que un truco barato para asombrar a los niños... -respondió la eladrin y luego añadió suspicaz:- y a los pueblerinos crédulos... ni siquiera es magia de verdad -aclaró.


-Oh -respondió la semielfa- entonces ¿sólo sabes hacer trucos baratos, hechicera?


Kuive fulminó con la mirada a la señora de la guerra, clavando en ella sus verdes ojos opalinos, sin pupila, haciendo que ésta retrocediera medio paso inconscientemente y levantara el mandoble unos centímetros, adoptando una posición defensiva.


-Voy a darte un consejo, semihumana -dijo, aunque sin darle ninguna entonación a la última palabra- nunca subestimes a un mago... nisiquera aunque salte a la vista que te cae mal simplemente por su raza...


Dicho lo cual, se adelantó y bajó las escaleras tras sus compañeros, dejando a Adara en el rellano, pensativa.


Cuando llegó al final de las escaleras vio que desembocaban en una amplia habitación. La canica luminiscente se había deshecho, ya que allí se filtraban algunos haces de luz a través de las grandes y pesadas vigas del techado.


Los siete entraron despacio en la sala y observaron su alrededor. La estancia se elevaba bajo un techo sostenido por grandes pilares de granito, fuertes y sencillos, y las paredes estaban directamente cavadas en la roca del terreno; acababan de descender bajo tierra. En una esquina, la roca de la pared se había derrumbado, derribando varios pilares y derramando un alud de rocas y tierra en un radio de tres metros; ahora todos los escombros estaban ya cubiertos con una espesa capa de polvo gris oscuro.


-Esto no me gusta -comentó Darjeeline- no he visto nunca un drow, pero sé que les gusta mucho estar bajo tierra.


-Yo sí los he visto -Kuive inspeccionó sombría la estancia, adelantándose un par de pasos, mientras susurraba- se esconden en las sombras, atacan por la espalda... son lo más ágil y rápido que he visto jamás... y son muy silenciosos, gracias a la magia... son letales.


Mientras decía esto, la hechicera vio algo por el rabillo del ojo, en la esquina de la sala. Su cuerpo actuó automáticamente antes de que su mente pudiera procesar qué había pasado exactamente. En décimas de segundo, la eladrin había pronunciado unas extrañas palabras en el idioma mágico y una nube de afiladas dagas se había materializado en la esquina, alrededor de una estatua que emitía una leve iridiscencia y, a un gesto de la maga, todas se clavaron en la roca como si fueran una, como si ésta fuera carne. Kuive sabía que, en cuestiones de drows, nada es nunca lo que parece. Las dagas desaparecieron y varios pedazos de la estatua cayeron al suelo.


Uno de los pedazos fue un brazo entero del extraño ser de otro mundo al que representaba la estatua y del hueco que dejó salió despedido un haz de luz amarilla, más intenso que el anterior.


-Cuidado -Darjeeline, con el símbolo de Mielikki bien sujeto en la mano, se acercó despacio hacia allí- tiene algo en el interior.


La clérigo comenzó a palpar la estatua con ambas manos, murmurando algo que sólo ella podía oír. De pronto dejó de hablar y sus manos rozaron un resorte; al accionarlo sin querer, la estatua comenzó a temblar. Darjeeline dio un salto hacia atrás, alejándose al tiempo que levantaba su guadaña sobre ella, para protegerse. Sin embargo, la estatua –o lo que quedaba de ella- lo único que hizo fue retroceder sobre su peana arrastrada por unas clavijas y unas poleas y dejar al descubierto una gran palanca que se alzaba del suelo.


-Creo que es para esto –murmuró el enano que se había acercado a la puerta- no tiene ningún tipo de manilla ni nada que se pueda accionar; su superficie es completamente lisa, no se puede empujar ni tirar de ella y, sin embargo, tiene bisagras que la abren hacia dentro. La palanca debe de ser para eso, pero no sé si será buena idea abrirla.


-No hay otro camino, ¿no? –preguntó a su vez Darjeeline.


-No –Tuän saltó de las ruinas; había estado inspeccionando toda la sala- es todo pura piedra, no hay nada más, o volvemos por la escalera y salimos… o seguimos por ahí… déjame ver.


La semielfa se apartó dejando paso al mediano, pícaro por profesión, acostumbrado a accionar trampas y salir airoso o, si era posible, a esquivarlas desde el principio. Comenzó a examinar la palanca y no encontró nada sospechoso, sin embargo, aún se encontraba receloso cuando acercó la mano para accionarla. La movió con la rapidez del rayo y se separó rápidamente de ella, sin embargo, no fue lo suficientemente rápido. Un gas verdoso y espeso salió de un agujero milimétrico, completamente imperceptible, y le rozó la muñeca y la mano derechas. Tuän gritó, más del susto que del dolor, pero su expresión se tornó gravemente seria cuando observó que, al punto, la carne donde el gas le había rozado se le comenzó a ennegrecer hasta más arriba de la muñeca y allí se enlenteció su avance.


-¡No puedo mover la mano!


-Déjame ver –la hechicera se acercó rápidamente y observó la mano mientras Tuän la volteaba, sin tocarla- no es grave, sólo se te inmovilizarán los músculos y los nervios hasta donde se te ha renegrecido; pero va a ir avanzando, aunque muy lentamente. Debes tener cuidado porque no sientes dolor, si te hieren la mano y no te das cuenta, perderás mucha sangre, tienes que estar pendiente. No puedo curarte ahora mismo porque necesitaría tiempo para realizar la poción necesaria… además de un fuego bien grande y un caldero…


Miró significativamente a la clérigo de Mielikki.


-Creo que puedo hacer que no se extienda más, pero para curarte completamente tendría que realizar un ritual complicado… y ahora no hay tiempo –dijo ésta al momento, acercándose.


Comenzó a murmurar palabras en el idioma celestial, sujetando con fuerza el símbolo que colgaba de su cuello, concentrada. Al punto, un haz de luz blanca se derramó entre sus dedos y se enroscó alrededor del brazo del pícaro, justo por encima de la zona afectada, deteniendo la lenta pero inexorable ascensión del veneno.


-Ya está –Darjeeline había creado un círculo completo, como un tatuaje del blanco más puro- pero deberías inmovilizarlo para que no te lo hirieras sin querer.


-Chicos… -la eladrin se había dado la vuelta y había observado lo mismo que todos los demás.


Las puertas, antes completamente selladas, se habían abierto de par en par, dando paso a un corredor muy estrecho y apenas iluminado.


-Seguidme –el dracónido se adelantó abriendo camino, acompañado por el mediano que observaba suspicaz, atento a cualquier tipo de trampa o truco. Kuive y Darjeeline iban tras ellos, la primera con varios hechizos de ataque y defensa rondando por su cabeza, la segunda con la guadaña envainada y preparando plegarias poderosas.


En ese momento Tuän se detuvo.


-Noto algo…


-…¡shikar! –sin darle tiempo a terminar la frase, la eladrin alzó una mano y, con un chasquido, hizo aparecer una columna de fuego surgida del suelo, a menos de un par de pasos delante del mediano.


Entonces un gritó rompió el tenso silencio y las llamas iluminaron a un drow que retrocedió torpemente tratando de apagar las llamas que lo envolvían y lo abrasaban. Al mismo tiempo, otro apareció justo delante de Axxis, que sonrió, y uno más un poco más allá, en el pasillo. Tuän desenvainó su daga, más rápido de reflejos que el drow quemado y en un segundo saltó sobre él y con un artero floreo del filo que empuñaba, lo remató.


El drow que había aparecido frente a Axxis enarbolando una espada larga, no comprendió exactamente por qué éste sonreía y aquella décima de segundo fue suficiente para que el dracónido, a pesar de lo estrecho del pasillo, maniobrara rápidamente y le aplastara la cabeza contra la pared con la pesada maza, tiñendo la lisa superficie de un rojo muy oscuro.


Mientras tanto, Tuän se había adelantado y se empezaba a encontrar en una situación bastante peliaguda ya que, con su daga, apenas era capaz de evitar que el drow que quedaba, armado con dos cimitarras, lo matase. Más aún si se tiene en cuenta que enarbolaba su arma con la mano izquierda. Darjeeline, viendo que la situación se hacía desesperada, completó una plegaria y le gritó al mediano que se apartara al tiempo que una lanza de luz blanca salía disparada de su mano. Tuän apenas oyó el grito, pero una acuciante sensación le hizo fijarse en lo que veía por el rabillo del ojo y, de una ágil pirueta, se apartó de la trayectoria de la lanza en el último segundo. La lanza impactó en el pecho del drow y lo lanzó disparado hacia atrás, aturdido. Sin embargo, aún no estaba muerto. Axxis se acercó, con una expresión feroz en su mirada y trató de rematarlo antes de que se recuperara, pero el corredor se estrechaba aún más en aquel tramo y no le fue fácil manejar su enorme maza. El drow, con ventaja, lo esquivó y se colocó a su espalda, dispuesto a asestarle un golpe mortal entre las placas del cuello de su sólida armadura, pero su expresión de cruel sadismo se tornó en una de horror cuando se dio cuenta de que acababa de ser envuelto en una ardiente columna de fuego, que devoró su cuerpo en apenas unos segundos. Había olvidado en la euforia del momento a Kuive que aún mantenía la mano levantada y la expresión agitada cuando las llamas se deshicieron dejando un montón de cenizas en el suelo.


Grimnir y Adara lo habían visto todo desde atrás; el corredor era tan estrecho que, al entrar los últimos y tener armas que sólo se podían usar en combates cuerpo a cuerpo, no habían podido participar en la batalla. Sin embargo, ésta se había desarrollado ante sus ojos en apenas unos segundos. Grimnir se adelantó, admirado, a darle la enhorabuena a Axxis mientras que Adara, mirando a Kuive con una expresión indescifrable en el rostro, pasó a ver si Tuän estaba herido de gravedad, pero Darjeeline ya se estaba ocupando de sus heridas, todas cortes menores.


-Hemos salido airosos de milagro –comenzó a decir Kuive- porque no nos han pillado por sorpresa…
-...de todas formas -completó Darjeeline los pensamientos de la elfa- los drow no suelen ser tan fáciles de batir…

-La próxima vez estarán preparados para un grupo tan extraño como nosotros -expresó Axxis- … no os confiéis. Este combate sólo ha sido de prueba.

-Para medir nuestras habilidades -reiteró Kuive.


Todos entendían lo qeu implicaban las palabras de la eladrin. Aunque habían vencido, no les había sido fácil y, además, ya no contaban con el factor sorpresa.

Con expresiones acordes a la gravedad de la situación, con Axxis y Tuän a la cabeza y Grimnir y Kuive cerrando la marcha y vigilando la retaguardia, el grupo se internó en el corredor, en la fortaleza de los drows, en la más completa oscuridad.



2 comentarios:

Didichu dijo...

y en próximo capitulo... Zachary! xD
por cierto, he aquí la relación de sobrenombres que Tuän utiliza con los demás:
Darjeeline: Vuesa Merced
Grimnir: Maese Enano
Axiss: Lagartija (de momento, después pasará a ser Minato xD)
Adara: Valquiria
Kuive: Amazona
y bueno... luego está el Maese Tabernero o Posadero (o Mesero xDDD)

Pyluca dijo...

es lagarto, lo lagartija!!!!!!!!
la historia, genial!!!